El Cordero
El símbolo del cordero
ocupa un lugar importante en la Iglesia Católica. Esta imagen, enraizada profundamente en la historia bíblica, representa la pureza e inocencia de Cristo. En el Antiguo Testamento, los corderos, utilizados como sacrificios en el ritual de la Pascua, servían como expiación temporal por el pecado. En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista proclama: “Miren, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29). Esta declaración identifica a Jesús como el cumplimiento del cordero pascual. Jesucristo, nuestro “cordero sacrificial”, vivió una vida sin pecado y se sacrificó por la redención de la humanidad. Este símbolo nos recuerda la victoria de Cristo sobre la muerte, que nos permite acercarnos a Dios.
Durante la Última Cena,
Jesús transforma la cena pascual, instituyendo la Eucaristía y ofreciéndose a sí mismo como cordero sacrificial. “Éste es mi cuerpo entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía .” (Lucas 22:19). En la Eucaristía, nos encontramos con el Cordero de Dios que quita nuestros pecados y nos concede la vida eterna. Cada vez que participamos en la Santa Misa, se nos invita a participar en la cena sacrificial, a recibir a Cristo, el Cordero, que nos alimenta y nos sostiene.
El libro del Apocalipsis presenta una visión triunfal del cordero, entronizado y adorado por toda la creación: “¡Digno es el Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza.” (Apocalipsis 5:12). Este Cordero victorioso, que una vez fue sacrificado, reina ahora eternamente, significando la victoria definitiva del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte.
Título: Agnus Dei
Artista: Francisco de Zurbarán (Spanish, Fuente de Cantos 1598–1664 Madrid)
Fecha: ca. 1635–40
Técnica: Óleo sobre lienzo
“Francisco de Zurbarán transformó lo que a primera vista parece un simple bodegón en un poderoso símbolo de devoción religiosa. Un cordero inocente atado en preparación para el sacrificio representa el cuerpo de Cristo, descrito en el Evangelio de Juan como el "Cordero de Dios" que murió para "quitar los pecados del Mundo.” (Citation: The Met Museum)
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