Misión de Adviento 2023: Tu Historia es Importante
“Santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes.” - 1 Pedro 3:15
Josh Dart de “Evangelical Catholic” viajó a la parroquia de Santa Ana en Coppell, TX para compartir la poderosa verdad sobre la narración de historias dentro de la evangelización. Como esposo devoto, padre de seis hijos y consultor ministerial líder, Josh pasa su tiempo entrenando parroquias, ministerios universitarios y a la gente común para "ser los mejores en alcanzar a los perdidos con el amor de Jesús" (Evangelical Catholic).
No debemos permitir que nuestra mediocridad obstaculice nuestra misión de compartir el amor del Padre. ¿No fue el mismo Padre Divino quien eligió entrar en la pobreza de la humanidad? El misterio y la ironía de la Navidad es que el Creador Perfecto e Independiente se hizo un bebé indefenso que dependía de Su madre. Y fue precisamente a través de ese bebé que creció hasta la madurez con la obediencia al Padre y los impulsos del Espíritu Santo que el mundo cambió.
El siguiente paso es aprender a compartir tu historia.
Este paso es fundamental, ya que no se puede argumentar en contra de la experiencia personal de alguien. Josh Dart sostiene que es una forma de compartir una verdad objetiva de manera subjetiva. Es bastante sencillo, al contrario de lo que pensamos al sentirnos poco preparados o temerosos. Cuando estamos en conversación con otro, no sólo es fácil, sino emocionante hablar de alguien a quien queremos, por ejemplo, nuestro(a) esposo(a) o nuestro mejor amigo. Esencialmente, evangelizar es presentar al Novio, tu mejor amigo número uno, el quien amas. Lucas 6:45 dice que "del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno". Tal vez la habilidad más importante que se necesita para compartir su fe es tener un amor por Jesús hasta el punto en que estemos emocionados por hablar de Él. Si piensas que te falta este tipo de amor por Jesús, aprovecha a llevarlo a la oración, porque ese es el lugar perfecto para permitir que Jesús entre.
En la oración, podemos reflexionar sobre un momento o una época en la que nos encontramos con el amor de Dios de una manera personal, incluso si tenemos varios de esos momentos o épocas. Puede llevarnos tiempo pensar en nuestra propia historia personal o en una de nuestras historias y, después, aprender a articularla. Pasa tiempo en oración invocando al Espíritu Santo, pidiéndole que nos revele esos momentos, ya que "el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Y Aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque Él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios." (Rm 8:26-29).
Hacer que nuestros propios feligreses comprendan por qué nuestra historia es importante encenderá un fuego dentro de nosotros que nos permitirá acercar a otros a Jesús, formarlos como discípulos y enviarlos a transformar el mundo. Esa es nuestra misión. Santa Ana les invita a desentrañar este poderoso mensaje en oración y a prepararse para nuestra próxima Misión de Cuaresma en marzo.
La mayoría de nosotros sentimos que no estamos preparados para ser valientes y compartir la fe con cualquier persona en la gasolinera o en el supermercado porque no estamos equipados o porque somos inadecuados. Sin embargo, Jesús dice: "Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Cor 12:9). Nuestra impotencia y debilidad es en realidad la ventaja que podemos aprovechar para salir y hacer discípulos que cambien el mundo. La verdad es que no somos nosotros los que nos hacemos fuertes y valientes. No es por nuestro comportamiento o por comprender una teología compleja. Es más, es por nuestra propia nada, porque cuando nos vaciamos de nosotros mismos, como el establo vacío y mediocre, entonces el Creador Perfecto puede entrar en nuestros corazones y llenarnos por completo, permitiéndonos participar de su naturaleza divina. Nuestro trabajo es vaciarnos de nuestro propio orgullo, miedos e indiferencia y aprender a discernir y actuar con el Señor. Nuestro trabajo no es asumir la tarea intimidante de convertir a un extraño a la fe, sino participar en la obra que Dios ya está haciendo en el corazón de ellos.
Josh Dart nos dice que el primer paso es
es escuchando y haciendo buenas preguntas, tal como Jesús se encontró haciendo en el templo (Lucas 2:45). Decía que debemos conocer a nuestro auditorio porque "si no sabemos qué tipo de tierra es, ¿cómo vamos a saber cómo plantar la semilla?". En los Evangelios, a Jesús le hicieron 183 preguntas y sólo respondió directamente a 3 de ellas. De hecho, hizo más de 300 preguntas en los Evangelios. Al hacer preguntas, Jesús tuvo la oportunidad de ser escuchado y recibió información sobre la disposición de sus corazones ante el Evangelio. Pensemos también en María. Sus primeras palabras registradas fueron una pregunta: "¿cómo puede ser esto?". De hecho, seguiremos preguntándonos cómo puede el Señor utilizar a una persona mediocre como nosotros, pero todo lo que tenemos que hacer es decir sí y Dios se encargará del resto. La participación de Jesús y María con el Padre creó el espacio para que se hiciera Su voluntad.