33 Domingo del Tiempo Ordinario
Daniel 12:1-3 | Salmo 15:5, 8-11 | Hebreos 10:11-14, 18 | Marcos 13:24-32
"...está cerca, ya está a la puerta.”
Marcos 13:29
Uno de los desafíos que Cristo presentó a sus primeros discípulos fue que “estuvieran preparados”. Prepárate para la prueba y la tribulación. Permanece vigilante. No tengas miedo.
No conocemos la hora de nuestra muerte o de nuestro juicio, y muchas cosas de la vida escapan nuestro control. Podemos inclinarnos naturalmente hacia la fatalidad y la desesperación, y por eso es necesario rendirse para entregar nuestras ansiedades y temores al Dios del cielo y de la tierra. El profeta Daniel avisó de la angustia que vendría y, al mismo tiempo, animó a los que viven con sabiduría a que “brillarán como el esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia, resplandecerán como estrellas por toda la eternidad”. (Dan 12:3).
San Pablo afirma que Cristo “ofreció un solo sacrificio por los pecados y se sentó para siempre a la derecha de Dios; no le queda sino aguardar a que sus enemigos sean puestos bajo sus pies” (Heb. 10, 13-14). Jesús mismo habla de disturbios y reinos terrenales que pasarán, pero él seguirá siendo Señor de todo. Si permanecemos cerca de su corazón, ¿qué temeremos? Podemos animarnos mirando al pasado, a la vida histórica de Cristo en la tierra hace 2000 años, podemos encontrarle en la Eucaristía en cada Misa de hoy, y podemos mirar con fe a su Segunda Venida en la gloria.
Jesús tiene un plan para nuestras vidas. ¿Podemos confiar en él?
- ¿Qué ocupa mi atención, preocupación o inquietud?
- ¿Cómo puede estar tratando Dios de llamar mi atención? ¿Qué quiere decirme para traer consuelo o un desafío a mi vida?
- ¿Necesito el sacramento de la Confesión? ¿Cómo puedo dedicar tiempo a volver a Dios con el tiempo que tengo para vivir una vida sin miedo?