Los Santos Bajo la Cúpula: San Ignacio de Loyola
Ahora que Santa Ana se embarca en nuestra campaña para transformar y trascender nuestra iglesia principal,
es importante que conozcamos el significado que hay detrás de cada cambio estético. San Ignacio de Loyola es uno de los santos que aparecerá bajo la cúpula de Santa Ana. El 31 de julio, día de su fiesta, es el momento perfecto para reflexionar sobre la importancia de su vida.
Ignacio nació en 1491 en el norte de España. Cuando tenía sólo 16 años, dejó su casa para trabajar como paje del tesorero del reino de Castilla. Allí estuvo a veces en la corte y se aficionó a las cosas del mundo.
Sin embargo, su vida cambió radicalmente en 1521. Mientras servía como oficial en el ejército español, Ignacio sufrió la fractura de una pierna por una bala de cañón y estuvo postrado en cama por un año. Pidió libros de caballerías para pasar el tiempo, pero no había ninguno disponible. En su lugar, Ignacio se sumergió en libros sobre la vida de Cristo y de los santos. Algo se agitó en su corazón y empezó a cambiar sus fantasías mundanas por las del heroísmo espiritual. Se recuperó por completo y salió de la cama lleno de celo por Dios.
Renunciando a sus costumbres, Ignacio veló toda la noche en el santuario de Nuestra Señora de Montserrat, dejó su espada en el altar, regaló sus trajes elegantes a los pobres y se trasladó a una cueva en las afueras de Manresa. Allí comenzó a escribir sus famosos ejercicios espirituales, una colección de meditaciones y oraciones diseñadas para ayudar a todas las personas a profundizar en su relación con Dios, ver su gracia a diario y discernir su voluntad. Estos ejercicios son muy utilizados hoy en día por los directores espirituales.
Cuando tenía treinta años, Ignacio volvió a la escuela en respuesta a una llamada al sacerdocio, ya que no tenía la educación requerida para su vocación. Para cumplir la voluntad de Dios, se humilló y estudió latín y gramática junto a los niños.
En 1534, Ignacio fundó la Compañía de Jesús con los santos Pedro Fabro y Francisco Javier. En 1540, el Papa Pablo III declaró a la Compañía orden religiosa oficial. Sus miembros eligieron a Ignacio como primer Padre General. En 2022, hay más de 14.000 jesuitas en todo el mundo, incluido el Papa Francisco.
La vida de San Ignacio nos sirve de recuerdo inspirador para alejarnos de los vanos deseos mundanos y buscar en su lugar la voluntad de Dios, cueste lo que cueste. Podemos encontrar inspiración en su Suscipe, una oración de entrega total y radical a Dios:
Toma Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad, todo lo que tengo y poseo. Tú me lo has dado todo. A Ti, Señor, te lo devuelvo. Todo es Tuyo, dispone de ello enteramente según Tu voluntad. Dame tu amor y tu gracia, pues esto me basta.
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