Los Santos Bajo la Cúpula: Santa Teresa de Calcuta
Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, Macedonia del Norte. Falleció el 5 de septiembre de 1997, Calcuta, India fundando la orden de las Misioneras de la Caridad. Premio: Premio Nobel de la Paz en 1979.
San Juan Pablo II la beatifico el 19 de octubre de 2003 y el 4 de septiembre de 2016, el Papa Francisco la canonizó, recordando su ardua defensa de la vida y la dignidad que Dios había dado a los que se dejaban morir en las orillas de las calles.
La espiritualidad de Madre Teresa
Conocemos la misión de Madre Teresa entre los más pobres de los pobres. ¿Pero cómo era su vida interior? Tres son los aspectos de la vida interior de Madre Teresa revelados durante la causa de su canonización: el voto privado realizado mientras todavía era religiosa de Loreto, las experiencias místicas que rodearon la inspiración para fundar las Misioneras de la Caridad, y su íntima participación en la Cruz de Cristo a través de los largos años de oscuridad interior.
El voto privado es el centro de su llamado para servir a los más pobres entre los pobres; en esta llamada ella abraza la realidad espiritual de aquellos a quienes servía; y el voto también sostiene la heroicidad con que vivió la dolorosa oscuridad. Desde su infancia ella tenía un amor grande a Dios y al prójimo, fue una mujer muy generosa desde joven. Dios la iba preparando desde toda su vida para ser fundadora el 10 de septiembre de 1946 de las Misioneras de la Caridad, esta vocación y misión se despierta de lo que ella misma llama “llamada dentro de una llamada”. Esta nueva misión la afrontó con valentía y sufrimientos, cuando todo parecía estar en orden, comenzó la más dura de sus pruebas y entendió que su misión era llevar la luz de la fe a los que vivían en la oscuridad, ella misma experimentaría la “oscuridad” de esas almas pobres en la profundidad de la experiencia mística de “Noche Oscura del alma”. Además, Madre Teresa estaba dispuesta a asistir a los oprimidos y marginados de la sociedad en sus necesidades materiales y espirituales. El sufrimiento de Madre Teresa pudo haberla desanimado, pero al contrario, ella irradiaba un extraordinario gozo y amor. Ella es testigo de esperanza, apóstol de amor que irradia una especie de “luminosidad”. Indudablemente, su vida es de gran inspiración para todo el que se acerque a ella sin importar condición material, física y espiritual.
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