Cuarto Domingo de Cuaresma

Cuarto Domingo de Cuaresma

Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado
— Lucas 15, 32

REFLEXIÓN

La parábola del Evangelio de hoy, conocida como la Parábola del Hijo Pródigo, es la más larga de todas las parábolas de Jesús, y también podría ser la más conocida y popular. Sólo se encuentra en el Evangelio de San Lucas, y en ella Jesús revela perfectamente el inmenso corazón del Padre, en contraste con la pequeñez de los corazones de los fariseos. Podemos aprender de cada uno de los tres protagonistas. El hijo menor, que básicamente le dice a su padre: "No puedo esperar aquí a que te mueras", exigiendo su herencia antes de tiempo, para luego irse y malgastarla. Finalmente vuelve a casa del padre, no por arrepentimiento sino por desesperación. Después, el hijo mayor, que al principio parece un modelo de fidelidad y obediencia, pero que en realidad guarda rencor hacia su padre por una cabra, cuando en realidad todo lo que tiene el padre es suyo. Por último, tenemos al padre, paciente y tolerante, vigilando y esperando, saliendo al encuentro de sus dos hijos para que vuelvan a casa y se den cuenta de su identidad como hijos amados. Hay muchos mensajes en esta parábola, pero uno de ellos es que somos amados por lo que somos, no por lo que hacemos. El hijo menor no es menos amado por su pecado. El hijo mayor no fue amado más por toda su obediencia. Ambos fueron amados plenamente por su relación con su padre, por su identidad como hijos. Nuestras disciplinas cuaresmales y todo nuestro enfoque de la vida cristiana es inútil sin la relación con el Padre, identificandonos como su hijo o hija amado/a. Este tiempo de Cuaresma no es un programa de autoayuda, sino que consiste en volver al Padre. Aunque se llama la Parábola del Hijo Pródigo, donde "pródigo" significa malgastador, imprudente o excesivo, también podría llamarse la Parábola del Padre Pródigo que ama tan generosamente. Corramos a sus brazos, apenados por nuestro pecado, pero llenos de confianza en su gran misericordia y amor, y dispuestos a empezar de nuevo en la obediencia y fidelidad a Él.

PREGUNTAS DE DISCUSIÓN

  1. ¿Con cuál de las personas de la parábola te identificas más? ¿Por qué?

  2. ¿Alguna vez has experimentado ser amado sólo por quien eres y no por lo que puedes ofrecer a alguien? Si es así, ¿quién fue en el que te mostró ese amor?

  3. ¿Hay algo que te impida "volver" al Padre en esta Cuaresma para recibir su amor y su misericordia?



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