Tercer Domingo de Adviento
En nuestra vida diaria, es fácil pensar que lo que Isaías desafía a los israelitas a hacer no es para nosotros. ¿Cuántas veces “anunciamos la buena nueva a los pobres”, “curamos a los de corazón quebrantado”, “proclamamos el perdón a los cautivos”, o traemos “la libertad a los prisioneros”? Estas tareas parecen que son desalentadoras y que no encajan con las demandas diarias de nuestra vida como tomar las clases, superar la jornada laboral, criar a una familia o asegurarse de que haiga cena en la mesa. Sin embargo, Dios todavía puede encontrar una manera de usar todos los momentos de nuestra vida para acercarnos más a Él.
Santa Teresa de Calcuta escribió: “Quédate donde estés. Encuentra tu propia Calcuta. Encuentra a los enfermos, a los que sufren y a los que están solos, justo donde estás, en tu propio hogar y en tu propia familia, en tu lugar de trabajo y en tu escuela”. ¿Cuántas veces vemos a Jesús en la gente en la salida del supermercado, al niño en clase con quien nadie habla, a la persona que está con pánico en su viaje diario, o a la persona que está sentada frente a nosotros en la misa? Como miembros de la Iglesia, somos la novia de Cristo, con dones del Espíritu Santo, talentos dados por Dios, y una fe que estamos destinados a practicar cada día. Incluso, está construido en nuestra iglesia – al dejar el Nártex, caminamos a través de los profetas mientras salimos con un llamado a proclamar la bondad de Dios.
Tal vez se siente abrumador pensar en lo que significa ser las manos y los pies de Cristo aquí en la tierra. Respira. Es Dios mismo quien nos hará santos. Él es fiel y generoso incluso en nuestras propias debilidades y deficiencias, y eso nos da una razón para alegrarse. Mantente despierto. Mantente presente. No lo pierdas a Él en lo mundano. Él siempre está trabajando, siempre buscando nuestros corazones. Y Santo es Su Nombre.
¿Quién es una persona a quien puedes ser Cristo esta semana?
¿Cómo se acerca Dios a ti en este Adviento? ¿Lo has visto obrar en tu vida diaria?
Toma un tiempo esta semana para hacer una pausa intencional y rezar un Ave María o un Padre Nuestro esta semana mientras que haces una tarea de rutina para recordar a mantener a Dios en cada momento de tu día.