27 Domingo del Tiempo Ordinario

Génesis 2:18-24 | Salmo 127:1-6 | Hebreos 2:9-11 | Marcos 10:2-16

 

Aceptar el sacrificio y el compromiso en un mundo de consume

Las lecturas del Vigésimo Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario nos invitan a reflexionar sobre la vocación sagrada del matrimonio y el significado más profundo del compromiso. En una cultura que frecuentemente da prioridad a la satisfacción personal y al consumo, las enseñanzas de Jesús nos recuerdan que el verdadero amor exige sacrificio. Génesis 2:24 revela que el matrimonio no es sólo la unión de dos personas, sino un vínculo profundo en el que “el hombre abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa”.

Jesús subraya en el Evangelio: “lo que Dios unió, que no lo separe el hombre” (Marcos 10:9). Este mandato divino nos desafía a ir más allá de una mentalidad consumista que trata las relaciones como algo desechable. Por el contrario, estamos llamados a abrazar el amor generoso que exige el matrimonio, un amor que refleja el amor sacrificado de Cristo por la Iglesia.

Santa Teresa de Calcuta advirtió contra los efectos destructivos de una cultura egocéntrica, diciendo: "El mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es una guerra contra el niño, un asesinato directo del niño inocente, un asesinato por la propia madre". Esto habla de la cuestión más amplia de cómo el enfoque de nuestra sociedad en la conveniencia personal puede socavar la santidad de la vida y los profundos sacrificios que requiere el verdadero amor. San Agustín nos recuerda: "Dios es el mejor y más fiel proveedor de todos; Él quiere que en el matrimonio uno sea fecundo y muchos hijos sean educados en la piedad" (De Bono Coniugali).

 

¿Cómo podemos resistirnos a la cultura consumista que promueve la gratificación propia y cultivar en cambio un espíritu de sacrificio y compromiso en nuestras relaciones?

Joseph Bionat