1 Domingo de Adviento
Jeremías 33:14-16 | Salmo 24:4-5, 8-10, 14 | 1 Tesolonio 3:12-4:2 | Lucas 21:25-28, 34-36
“Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre.” Lucas 21:36
A medida que nos acercamos al Adviento, es demasiado fácil caer en la tentación de enfocarnos directamente a la Navidad. Las canciones festivas suenan en la radio, las luces de colores iluminan el cielo nocturno de nuestros alrededores y puede que estemos ocupados planificando reuniones navideñas e intercambios de regalos. Sin embargo, como católicos, estamos llamados a recordar cómo Cristo vino en total humildad como un niño para salvarnos y a prepararnos para cuando venga de nuevo.
La tarea parece abrumadora, pero no está hecha para que la hagamos solos. En la segunda lectura, San Pablo escribe con la esperanza de que la comunidad “haga rebosar de un amor mutuo y hacia todos los demás.” Este amor une a nuestras comunidades, haciéndolas más fuertes y más santas mientras esperamos la segunda venida de Cristo.
Estas relaciones nos ayudan a mejorar nuestra Iglesia para que podamos estar preparados para la misión que tenemos por delante. Jesús mismo dice en el Evangelio que debemos «estar vigilantes en todo momento», urgiendo a sus discípulos a estar preparados, a permanecer atentos y a no caer en las ansiedades cotidianas que asolan nuestras mentes. En este tiempo de Adviento, tiende hacia las relaciones que te acercan a Dios. Dedica tiempo a estar presente en la belleza de la estación mientras esperamos la alegría del día de Navidad.
1. ¿Qué puedes hacer para estar más presente en este tiempo de Adviento?
2. ¿Quiénes son las personas de tu comunidad? ¿Te acercan a Dios?