Domingo de Pentecostés

En Pentecostés, vemos los frutos del Espíritu Santo en acción. Inicialmente temerosos e inseguros sobre el futuro sin su Rey, los Apóstoles invocaron al Espíritu Santo, lo que resultó en audacia, unidad y armonía. El Espíritu Santo encendió en ellos una pasión divina, liberándolos del miedo y la discordia, lo que condujo a una renovación del corazón y la mente.

San Juan Pablo II nos recuerda que Pentecostés es una realidad continua en nuestras vidas. El camino Cristiano es una lucha continua contra las tentaciones del mundo, mientras nos rendimos a la guía del Espíritu Santo. Al invocar al Espíritu Santo y someternos a su dirección, experimentamos la misma liberación que capacitó a los Apóstoles para llevar a cabo la misión de Jesús. Esta libertad se manifiesta en los frutos del Espíritu Santo, que se nos conceden en la Confirmación, y que nos capacitan para rechazar el miedo, resistir a los deseos mundanos y proclamar la fidelidad de Dios donde sea que vayamos.

¿Qué frutos del Espíritu Santo crees que el Señor desea que uses y crezcas en ellos?

¿Cómo puedes utilizar los frutos del Espíritu Santo para construir el reino de Dios aquí en la tierra?

¿Cómo puedes hacer de Pentecostés una realidad continua en tu vida diaria?

St. Ann ParishComentario