Sexto Domingo de Pascua
"Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.” ~ Juan 15:11-12
Cuando crecemos, las reglas establecidas por nuestros padres no siempre tienen sentido. De hecho, un simple "porque lo digo yo" puede haber sido la respuesta al preguntar el "por qué" de una regla del hogar. Sin embargo, en el Evangelio de hoy, Jesús nos revela el "por qué" de su mandamiento del amor: "para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena." (Juan 15:11).
El Señor, Creador de nuestros corazones, sabe exactamente lo que necesitamos para sentirnos plenamente vivos. Nos invita a amar de manera profunda y sacrificada, no porque desea que seamos desgraciados, sino al contrario, porque quiere que experimentemos la alegría de ser lo que hemos sido hechos para ser.
Cuanto más aceptemos esta elevada llamada a amar como Cristo dando la vida por los amigos, más podremos experimentar la verdadera libertad de nuestro propio egoísmo, orgullo y pecado (Juan 15:13). El Señor desea desesperadamente liberarnos de la esclavitud del pecado y darnos la alegría abundante que sólo puede encontrarse en el amor perfecto.
¿Cuando elegiste amar, y por eso, sentiste mayor alegría?
¿Hubo un momento en que alguien te mostró el amor sacrificial de Cristo?
¿Quién es una persona en tu vida (un miembro de la familia, compañero de trabajo, vecino, amigo) que el Señor puede estar invitándote a amar más intencionalmente esta semana?