Quinto Domingo de Pascua
En el Evangelio de hoy, Jesús nos insta a permanecer en Él, llegando incluso a decir que sin Él "no podemos hacer nada". Cuando Saulo experimenta su conversión y se convierte en San Pablo tal como lo conocemos, quiere unirse a los discípulos porque conoce la importancia de pertenecer en una comunidad cristiana y formar parte del Cuerpo de Cristo. Sin embargo, ellos lo temen y lo evitan por su persecución anterior de los primeros cristianos. El testimonio de Bernabé permite que San Pablo se una a la comunidad que anhela para permanecer en Cristo. Habla "con valentía en nombre del Señor", compartiendo su historia y contando a los demás cómo Jesús transformó su vida. Por último, persevera en la desolación, por el miedo de los primeros discípulos y por la persecución de quienes querían matarlo por su fe. En cada una de estas formas, San Pablo nos muestra qué significa permanecer en el Señor.
Incluso en medio de la crisis, la Iglesia primitiva permanece en paz porque sus discípulos saben permanecer en Cristo. Reciben el consuelo del Espíritu y permanecen arraigados en la sólida tierra de su fe. Saben que, para dar buen fruto, necesitan pertenecer a Jesús, nuestra "vid verdadera", para permanecer en Él. Él nos pide que confiemos en que, cuando nos hace una promesa, la cumplirá, sosteniéndonos en cada paso del camino. Tal vez eso no se parezca a lo que imaginamos, pero Él siempre es fiel, y sigue siendo bueno.
¿Tienes una comunidad arraigada en la Iglesia? Si no, ¿qué pasos puedes dar para encontrar conexión en el Cuerpo de Cristo?
Si tuvieras que contarle a alguien cómo Dios ha actuado en tu vida, ¿qué le dirías?
¿Cómo puedes dirigirte al Señor en un momento difícil?