Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario

Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario

Muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará.
— Lc 10, 42

Pobre Marta. Trabaja duro para alimentar y cuidar a Jesús y a sus Apóstoles mientras su hermana parece descuida sus responsabilidades. Sin embargo, Marta es la que parece ser regañada por Jesús. El relato de Lucas no trata tanto de una disputa familiar, sino que revela, a través de la interacción de Jesús, una rica enseñanza sobre la oración. Al principio, Marta hace lo que deberíamos hacer en nuestra oración, correr hacia Jesús para compartir con él sus preocupaciones y dificultades. Pero no solo acude a Jesús con el problema, sino también con una solución. ¿Cuántas veces en nuestra oración pasamos más tiempo diciéndole al Señor lo que queremos que haga en lugar de escuchar lo que Él nos quiere decir? Con Marta vemos lo que a menudo ocurre con nosotros: aunque Dios no se mueva para cambiar la situación, siempre desea moverse para cambiar nuestros corazones. Jesús tiene claro que nuestra primera prioridad como seguidores suyos no es hacer cosas para Él, sino dedicar tiempo a estar con Él. El tiempo reservado cada día para la oración es esencial en la vida de un discípulo. La protección vigilante de nuestro tiempo con el Señor cada día requiere la voluntad de cambiar nuestros horarios, y retirarnos de las actividades, entre otros sacrificios. Incluso cuando se reservan momentos para la oración, puede resultar tentador llenar ese tiempo con muchas cosas. Tal vez olvidemos la necesidad de simplemente sentarnos para estar con Jesús. El deseo más profundo del Rey de Reyes y Señor de Señores es estar con nosotros. Él quiere hablar a nuestros corazones, llenarnos de su amor. Aunque la oración diaria puede, en algunos momentos, parecer un reto, ¿qué podría ser más importante que estar con Dios Todopoderoso? Elijamos siempre la "mejor parte".

  1. ¿Te sientes más identificado con Marta o con María? ¿En qué sentido?

  2. ¿Has establecido un tiempo de oración diario, o todavía estás en proceso de hacerlo? ¿Qué retos afrontas en tu oración diaria?

  3. ¿Hay algo que estés afrontando en este momento en lo que necesites que el Señor no sólo cambie una situación, sino que también cambie tu corazón?

St. Ann ParishComentario