Decimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario
Decimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario
El Evangelio del domingo pasado nos recordó la importancia de "elegir la mejor parte" y pasar tiempo en oración con el Señor. Incluso cuando tenemos un compromiso de oración diaria, puede ser difícil saber qué hacer. En el Evangelio de hoy, Jesús nos da el "Padre Nuestro", el modelo perfecto de oración. A continuación, te ofrecemos una guía para tener en cuenta al establecer un tiempo de oración intencional, que puede ayudarte a ser más "hábil" en tu relación diaria con el Señor:
H - Horario - ¿Qué tiempo puede reservarse cada día para la oración? No queremos simplemente "encajar" a Dios en nuestro día. Un discípulo hace que su día gire en torno a Dios. Un horario constante para la oración nos ayuda a conseguirlo.
A - Agendar - piensa en cómo vas a utilizar tu tiempo de oración. ¿Incluye leer las Escrituras? ¿Un diario? ¿Un rosario? Tal vez simplemente sentarte y descansar en la presencia del Señor. Aunque siempre debes ser dócil y flexible a los movimientos del Espíritu Santo, la planificación ayuda a que la disciplina de la oración eche raíces.
B - Bloque - comprométete a dedicar una cantidad de tiempo determinada y sé constante. La oración no es una "tarea" que hay que hacer a la carrera, sino un regalo que ofrecemos al Señor. Esta cantidad de tiempo no debe ser exagerada sino realista. Si no tienes un hábito regular de oración, considera comenzar con 8 minutos y después ir aumentando.
I - Intencional - San Pablo nos dice: "Oren sin cesar" (1 Tes 5, 17), así que puede ser provechoso orar mientras hacemos otras cosas. Sin embargo, es esencial que estos momentos de oración se aparten sin interrupción. Jesús lo ha modelado, apartando tiempo de todo y de todos los demás para estar solo con el Padre. Dios es quien nos lo ha dado todo; nosotros debemos ofrecer una parte de nuestro día ofreciéndole todo lo que tenemos.
L - Lugar - Al preparar un espacio dedicado para la oración en nuestra casa nos permite formar el hábito de entrar en oración cuando entramos en ese espacio. Puede ser tan sencillo como colocar un crucifijo y una vela sobre la mesa antes de comenzar a rezar.
A veces la oración puede parecer intimidante, pero ¿por qué habríamos de desaprovechar una invitación a pasar tiempo con nuestro Padre Celestial, pues Nuestro Señor nos asegura que "quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre". (Lc 11, 10).
¿En qué parte del proceso HÁBIL deseas madurar en este momento? ¿Qué vas a hacer para conseguirlo?
Tómate un momento para leer el Padre Nuestro (Lucas 11, 2-4; Mateo 6, 9-13). ¿Hay alguna parte de la oración que te resulte demasiado "familiar"? ¿Qué te provocan las distintas peticiones? ¿Hay alguna que te consuele? ¿Hay alguna que te rete? ¿Hay alguna que te inspire un amor más grande por Dios?
¿Cuál es el mejor consejo que has recibido para madurar en la oración? ¿Hay algún consejo que darías a otros para crecer en la oración?