Jesús mi Salvador: Marly Castillo
Hija
Nacida y criada en México, Martha (Marly) Castillo creció en un hogar lleno de amor y fe. La fe siempre formó parte de su vida familiar, aunque reconoce que su práctica de la fe estaba más arraigada en la tradición que en una convicción personal. No fue hasta que su madre la inscribió en un retiro en la escuela que experimentó un encuentro personal con Cristo. A partir de entonces, se unió a grupos de jóvenes y se centró en desarrollar una relación personal con Jesús.
“Un País Lejano”
Marly se ve a sí misma como una mujer activa e independiente, lo que la impulsó a mudarse a una ciudad lejana a los 19 años para cursar sus estudios universitarios, a pesar de la preocupación de su madre por su reputación de ciudad insegura. Marly, por tanto, dejó atrás todo lo que conocía y amaba, incluida su fe, y decidió vivir un estilo de vida diferente.
Perdiendo Todo
Se centró en conseguir empleo y estabilidad económica, y consiguió un trabajo de modelo con un hombre de negocios rico. Cuando rechazó su intento de aprovecharse de ella, él la envió al aeropuerto, donde policías disfrazados la secuestraron al salir del aeropuerto. A pesar de que la rociaron con productos químicos y la dejaron morir, se armó de valor y buscó ayuda para reunirse con su familia.
Regreso a Casa
En casa, Marly sufría problemas de visión a causa del rociado químico y tenía miedo al aire libre. Llevaba el mismo abrigo que llevaba durante su secuestro porque le daba una sensación de protección. Ella no lo sabía, pero el Señor estaba orquestando su curación. Al principio encontró un trabajo que implicaba conducir e interactuar al aire libre, y luego consiguió otro puesto trabajando con hombres, lo que le ayudó a recuperar su percepción de la belleza masculina. Con el tiempo, conoció a su marido y, después de casarse y mudarse a Estados Unidos, luchó contra el TEPT y la vergüenza por su pasado mientras esperaba la ciudadanía, incapaz de trabajar, conducir y salir de casa.
Identidad Restaurada como Hija
Un viejo amigo del grupo juvenil de Marly la invitó a ayudar a dirigir un retiro de Kairos en su nueva ciudad. Días antes del evento, el orador asignado canceló, y se le pidió a Marly que diera la charla sobre "Jesús mi Salvador". Esta preparación marcó su profundo regreso a la fe. Se dio cuenta de que Jesús la salvó en ese momento cuando luchaba por su vida. Su llamada a volver y descubrir la profundidad de Su corazón era clara. Las habilidades que utilizaba formando modelos y supervisando en arquitectura le servían ahora para guiar a jóvenes adultos a compartir el amor de Dios. A través de esto, su identidad como hija amada fue restaurada dulcemente.
El Poder del Testimonio
Lo que Marly nos enseña sobre el poder transformador de compartir nuestra propia historia es la revelación del plan providencial y la fidelidad de Dios. Nos convertimos en testigos de la misericordia y la compasión de Dios y, a través de nuestra propia vulnerabilidad, invitamos a otros a relacionarse con Jesús. En Juan 4, vemos a la mujer junto al pozo compartiendo su historia con otros, lo que lleva a las conversiones de otros: "Muchos de los samaritanos de aquella ciudad empezaron a creer en él por la palabra de la mujer que testificó: 'Me ha dicho todo lo que he hecho'". Además, en los Hechos 2, Pedro predicó de lo que había sido testigo con la resurrección, lo que llevó a la conversión de 3,000 personas. Marly demuestra que nosotros también podemos ayudar a llevar a otros a Cristo mediante nuestro testimonio y nuestra disposición a hablar de lo que el Señor ha hecho en nuestra vida.
Comparte Tu Historia
La preparación de Marly para compartir su testimonio en el retiro fue lo que la llevó a la conversión. También vemos con la mujer en el pozo y Pedro que el simple hecho de contarle a alguien las cosas transformadoras que el Señor ha hecho llega muy lejos.
No tengas miedo de coger un papel y empezar a escribir cómo te ha cambiado Dios. Pregúntate: "¿hay alguien en mi vida con quien pueda compartir mi historia?". El Espíritu Santo puede ayudarte a revelar ciertas personas en tu vida que pueden necesitar escuchar lo que tienes que decir. No necesitas una narrativa salvaje para tener un testimonio, sólo necesitas la convicción de que Él lo cambia todo.