Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
En esta solemnidad del Corpus Christi, la Iglesia nos invita a profundizar en el extraordinario misterio de la Eucaristía: que Jesús se hace humilde para venir a nosotros, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en forma de pan y vino. El relato de la alimentación de los cinco mil mediante la multiplicación milagrosa de los panes y los peces nos recuerda a otro pan milagroso: el maná con el que Dios alimentó a los israelitas mientras vagaban por el desierto. Dios satisfacía sus necesidades directamente todos los días, dándoles este pan del cielo. Cada día los israelitas tenían un recordatorio concreto del amor de Dios hacia ellos y de su preocupación por todas sus necesidades. Y, sin embargo, con el paso del tiempo, sus corazones se vuelven complacientes y claman con la queja de que están "¡hartos de esta comida miserable!" (Num 21, 5).
También nosotros tenemos la tentación de la complacencia. ¿Nos hemos vuelto indiferentes a la verdad de la Eucaristía? ¿Hemos perdido la alegría de recibir a nuestro Señor y a nuestro Dios como discípulos católicos? ¡Qué privilegio de estar tan cerca de Él, en su presencia física, de recibirlo, permitiéndole habitar en nosotros! Los israelitas se aburrieron con el maná - ¿Acaso nosotros nos sentimos aburridos con la Misa? ¿Nos cuesta reconocer la oportunidad de estar en la Misa como el momento más importante de toda nuestra semana? Aunque nos cueste ir a misa, aunque tengamos que luchar contra la distracción, quizás sin sentirnos diferentes, la verdad es que somos diferentes, ¡y vale la pena!
Como católicos, sabemos que en la Misa, el pan y el vino se convierten realmente en Jesucristo, nuestro Señor y nuestro Dios. No hay término medio. O se trata de una adoración verdadera o de una idolatría, una realidad sin la que no podemos vivir, o de una locura total. No hay lugar para la complacencia. Acudamos con humildad y gratitud a recibir este alimento celestial, gritando con fe: "¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20,28)
¿Hay alguna pregunta o conflicto que tengas con la realidad de que la Eucaristía es verdaderamente Jesús, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad?
¿Hay alguna forma en la que te hayas vuelto complaciente con este don de la Eucaristía?
¿Qué cosas podrías hacer de manera diferente para crecer aún más en tu amor y agradecimiento hacia Jesús en la Eucaristía?