Fiesta de la Sagrada Familia
Este último domingo del año celebramos la Sagrada Familia: María, José y Jesús.
Puede ser difícil relacionarse con María y Jesús sin pecado y con el virtuoso José. Pero ellos son nuestros modelos de una fe valiente vivida en silencio en una cultura que era antagónica a su fe. Y revelan que nuestro Dios vino a salvarnos no apareciendo en la historia humana como un superhéroe extravagante y autosuficiente, sino a través de una humilde familia humana.
La familia es un tema crucial en la mayoría de las mejores películas e historias que nos encantan. No es casualidad. Hemos sido creados en la imagen y semejanza de Dios, que es tres personas, pero también una: a su imagen y semejanza hemos sido creados, y esto se muestra poderosamente en el hogar: muchas personas, pero una sola familia. Dentro de nuestros cuerpos y a imagen de la familia está la llamada a la Comunión.
Aunque María y José no eran ricos para nada (su ofrenda de tórtolas era un subsidio de los regalos más pobres del Templo), eran ricos en amor, ternura mutua y fe en el Dios que les proveería. "Si quieres paz en el mundo", decía la Madre Teressa, "vete a casa y ama a tu familia".
¿Puede ser tan sencillo? En efecto, Dios no exige de nosotros signos y obras extravagantes. Actúa en la normalidad de la vida y nos pide que hagamos pequeñas cosas con gran amor. San Juan Pablo II afirmaba que como va la familia, así va el mundo.
Amar bien a nuestras familias es vivir la llamada de Dios a la santidad en lo ordinario de nuestras vidas. A través de cada niño enfermo al que cuidamos a altas horas de la noche, cada pañal sucio o cada conversación difícil con un esposo(a) o un padre, estamos poniendo en práctica la llamada a amarnos y honrarnos los unos a los otros.
¿Cómo podemos luchar por la santidad en nuestra familia este nuevo año?
¿Cómo puedo poner hoy en práctica una pequeña acción de amor por mi familia?
¿Cómo puedo pedir a la Sagrada Familia su intercesión por mi vida y mis luchas?