Solemnidad de la Epifanía del Señor
Extendió sus manos para recibir nuestros dones. Quería el oro puro de un corazón desprendido de todos los bienes terrenales; la mirra de una renuncia a toda la felicidad de este mundo a cambio de la participación en la vida y el sufrimiento de Jesús; el incienso de una voluntad que se entrega y se esfuerza por perderse en la voluntad divina. A cambio de estos dones, el divino Niño se nos dio a sí mismo. ~ Santa Edith Stein
La solemnidad de la Epifanía (que deriva de la palabra griega epiphaneia, que significa “manifestación o aparición intensa”) subraya el misterio de la Navidad revelado en Belén. Dios Padre eligió manifestarse a través de un niño débil y frágil, nacido en una cueva oscura e insignificante. Sin embargo, de esta cueva oscura surgió una luz intensa y divina que atrajo a un grupo peculiar de personas: los pastores judíos pobres y los Reyes Magos sabios, que probablemente no eran judíos
El Evangelio menciona a los "magos de oriente", haciendo una declaración audaz sobre el plan de salvación de Dios. Jesús redime y se revela no sólo a los judíos (los pastores), sino también a los gentiles (los Magos). Lo que Mateo hace en su Evangelio es referir a Isaías 60 y al Salmo 72 y sus inclusiones de los regalos de Sabá y Arabia que se traen al futuro Rey y Mesías. Alude a las profecías del Antiguo Testamento y al mismo tiempo señala el tiempo después de la Resurrección en Mateo 28:19 cuando dice a Sus discípulos que vayan y "hagan discípulos de todas las naciones". En el niño Jesús, vemos que Dios desea que todas las personas estén con Él y desea que lo compartamos con todas las personas.
Santa Edith Stein nos dice que "los reyes en el pesebre representan a buscadores de todas las tierras y pueblos". Lo que los tres reyes trajeron al Único Rey Verdadero fue algo más que oro, incienso y mirra. Trajeron su antiguo modo de vida para cambiarlo por una vida nueva. Por eso volvieron a casa "por otro camino" (Mt 2:12). También nosotros estamos llamados a buscar a Jesús por su luz divina—lo bueno, lo verdadero y lo bello—como los Magos. Una vez que nos entregamos y nos dejamos transformar radicalmente por el intenso amor de Dios, podemos salir a hacer discípulos de todas las naciones.
¿Cómo puedo compartir el Evangelio con los que me encuentre en 2024?
¿Qué temores tengo que me impiden cambiar mi vida antigua por una nueva?
¿Cuáles son algunos de mis dones y talentos que puedo entregarle al Señor para glorificarlo?