29 Domingo del Tiempo Ordinario
Isaías 53:10-11 | Salmo 32:4-5, 18-20, 22| Hebreos 4:14-16 | Marcos 10:35-45
así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos” – Marcos 10:45
En este Evangelio, Santiago y Juan se acercan a Jesús y le piden puestos de honor a su derecha y a su izquierda. Jesús responde desafiando su concepción de la grandeza, recordándoles -y también a nosotros- que la verdadera grandeza viene del servicio humilde y del sacrificio, no del estatus ni del poder. Jesús nos invita a “pasar la prueba que yo voy a pasar “, que simboliza la voluntad de entregarnos plenamente, como Él dio su vida en rescate por muchos.
Esta enseñanza conecta profundamente con nuestra llamada a la corresponsabilidad. Al reflexionar sobre las bendiciones abundantes de Dios en nuestras vidas, se nos recuerda que todo lo que tenemos es un regalo de Él. En el Antiguo Testamento, dar limosna era una llamada a devolver una parte de lo que recibíamos, pero en la Nueva Alianza, estamos llamados a dar aún más. Se trata de ofrecer un regalo sacrificial, una respuesta al Señor por todo lo que generosamente nos ha concedido.
A medida que nos acercamos a nuestra campaña de corresponsabilidad este fin de semana, les pedimos a todos que consideren en oración la posibilidad de comprometerse. Su regalo no sólo apoya las necesidades de nuestra parroquia, sino que también profundiza su compromiso con la llamada al discipulado.
¿Cómo puedo ofrecer mi tiempo, mis talentos y mis tesoros más generosamente en respuesta a todo lo que Dios me ha dado?
¿De qué manera puedo hacer que mi ofrenda sea un acto de amor más sacrificado, alineándolo con el ejemplo de servicio generoso de Jesús?