Quinto Domingo de Cuaresma
Durante el tiempo de Cuaresma, el clamor a Dios para que "cree un corazón puro" y "renueve un espíritu nuevo" dentro de nosotros toca más profundamente. Hemos estado haciendo sacrificios, eliminando las cosas de nuestras vidas que nos alejan de Su amor. La lucha nos recuerda cuánto lo necesitamos, pero es tentador querer que Dios lo haga todo, levantar las manos como un niño frustrado y decir: “Hazlo tú.” Sin embargo, en el Evangelio de hoy, Jesús nos invita específicamente a participar en el proceso de nuestra propia conversión interior.
¿Cómo podemos cooperar con la gracia que Él nos ofrece si no actuamos? La carta de San Pablo a los Hebreos nos recuerda que el propio Cristo aún tuvo que ofrecer "oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas" y "aprendió a obedecer padeciendo". Jesús, el Jesús perfecto, nos enseña lo que significa ser humildes y activos en la transformación de nuestros corazones. El Evangelio nos recuerda incluso que tenemos que morir a nosotros mismos como granos de trigo. Como sabe cualquier buen jardinero, incluso las cosas muertas pueden ser tierra fértil. Dios quiere asociarse contigo para cavar más hondo y cortar lo muerto que ya no te sirve. Nuestro Dios, Divino Caballero que es, no lo hará sin ti. ¿Te unirás a Él?
¿Hay algún aspecto de tu vida en el que te sientas abrumado? Invita al Señor a entrar en ese lugar contigo.
¿En qué parte de tu vida te ha llamado Dios a la conversión en esta Cuaresma?
¿De qué manera puedes asociarte con Dios esta semana para acercarte más a Él en este camino de Cuaresma?