Tercer Domingo de Pascua
“Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados.”
~ Hechos 3:18-19
Imagina la escena: los discípulos, que siguen sufriendo un profundo dolor por la horrible pérdida de su maestro y amigo, ven de repente el cuerpo glorificado de Jesús de pie ante ellos. Es comprensible que se queden asombrados, aterrorizados y sin palabras. ¿Qué podía significar esto? Sus mentes debían de estar agitadas por una mezcla de excitación, confusión y miedo. Y en este momento crítico, la respuesta de Jesús a su silencio sorprendido es... “¿Tienen aquí algo de comer?” Casi parece un anticlímax cómico. ¿Por qué dice esto nuestro Señor?
A pesar de la invitación de Jesús a tocarle y comprender que está físicamente, corporalmente presente ante ellos, los discípulos siguen asombrados al verle, quizá sin saber aún qué creer. Jesús pide comida para subrayar que tiene un verdadero cuerpo humano. ¡Qué increíble relación tenemos con nuestro Señor, que desea tal unión con nosotros que ha sentido lo que se siente al tener hambre! A continuación, Cristo declara que todos los discípulos son testigos de la Resurrección. Pedro reitera este hecho en la primera lectura de hoy.
Dos mil años después, también nosotros somos testigos de la Resurrección. Nos encontramos y nos unimos a Jesús cada vez que recibimos la Eucaristía en la Misa, donde Él se nos hace físicamente presente. En este sacramento, nuestra hambre se sacia con la carne misma de Jesús. Esta unión corporal especial con Cristo requiere también que vivamos una vida íntegra. Cuando pecamos, sufrimos una muerte espiritual, pero Jesús nos ofrece una resurrección, el perdón de nuestros pecados, si nos arrepentimos y nos esforzamos por no pecar más con la esperanza de alcanzar algún día la unión perfecta con Dios.
¿Cómo puedo hacer un esfuerzo adicional para estar corporalmente presente a Jesús (Misa diaria, pasar tiempo en oración delante del Santísimo Sacramento)?
¿Hay alguna forma en que Jesús me esté invitando a cuidar mejor de mi cuerpo para que pueda reconocerlo como un don y un reflejo de Cristo?
¿Qué Obras de Misericordia Corporales (dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos, visitar a los encarcelados, enterrar a los muertos) puedo practicar?