Cuarto Domingo de Pascua
El Señor nos guía siempre como un buen pastor guía a su rebaño. Somos completamente e íntimamente conocidos por Jesús, quien continúa amándonos y protegiéndonos incluso en nuestro desorden. Somos dignos de que el Salvador entregue su vida por nosotros. Por pura generosidad y misericordia, nos ha sacado de las tinieblas y nos ha traído a su único rebaño: el rebaño de los hijos de Dios.
Y porque somos hijos de Dios a través de nuestro bautismo, compartimos la identidad de Jesús mismo, incluyendo su identidad como pastor. Somos pastoreados por el Señor para que podamos salir y ser pastores de los demás. Nuestras vidas como cristianos pueden tener una profunda influencia en las personas que nos rodean. Tenemos al Espíritu Santo viviendo dentro de nosotros. Nos alimentamos con el Cuerpo y la Sangre de Jesús cada vez que vamos a Misa. Nuestras vidas deben irradiar el amor de Cristo en todo momento, guiando y pastoreando a los demás hacia una relación más profunda con Jesucristo, el único Buen Pastor.
¿Cómo puedes permitir que Jesús provea para ti esta semana? ¿Confiarás en que Él proveerá?
¿Quién es una persona que puedes pastorear intencionalmente más cerca a Dios esta semana? ¿Cómo te llama Dios a hacerlo?