Tercer Domingo de Cuaresma

Tercer Domingo de Cuaresma

El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna.
— Jn 4, 13-14

La liturgia del tercer al quinto domingo de Cuaresma incluye una serie de ritos conocidos como los "escrutinios". Se trata de momentos en los que la Iglesia convoca a los que se preparan para el bautismo -los "Elegidos"- a una conversión más profunda, así como a "profundizar en su decisión de aferrarse a Cristo y llevar a cabo la decisión de amar a Dios sobre todas las cosas" (Escrutinios del RICA).

Estos ritos se originan en la Iglesia primitiva; el tema central de cada uno de ellos se corresponde con la lectura del Evangelio. Como comunidad, utilicemos estos escrutinios para la autorreflexión que nos ayude a perseverar en modelarnos más estrechamente a Cristo.

¿Cómo podría meditar la Palabra de Dios en mi corazón y saborear más plenamente su significado día a día?

¿Qué podría hacer esta semana para aprender a conocer a Cristo, que vino a salvar lo que estaba perdido?

¿Estoy dispuesto a confesarme humildemente pecador?

¿Rechazo sinceramente todo lo que en mi vida es desagradable y contrario a Cristo?

¿Suplico al Espíritu Santo, que examina todos los corazones, que me ayude a vencer mi debilidad con su poder?

¿Invoco a ese mismo Espíritu Santo para que me enseñe a conocer las cosas de Dios y a agradarle?

¿Pongo mi esperanza en Cristo y encuentro en Él la paz y la santidad? 

¿Me esfuerzo, en la preparación de la fiesta pascual, por cambiar de corazón, entregarme a la oración y perseverar en mis buenas obras?

¿Deseo apasionadamente que en todo el mundo lo que es débil sea fortalecido, lo que está roto sea restaurado, lo que está perdido sea encontrado y lo que se encuentra sea redimido?


Oh Dios, que nos enviaste como Salvador a tu Hijo, concédenos que estos catecúmenos, que desean sacar agua viva como la samaritana, convertidos como ella con la palabra del Señor, se confiesen cargados de pecados y debilidades. No permitas, te suplicamos, que con vana confianza en sí mismos, sean engañados por la potestad diabólica, mas líbralos del espíritu pérfido, para que, reconociendo sus maldades, merezcan ser purificados interiormente para comenzar el camino de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

(Texto adaptado del Primer Escrutinio del RICA)

St. Ann ParishComentario